El murete de hormigón se emplea en la totalidad de las construcciones, pero no siempre se conoce cuál es su utilidad. Se repasan sus características y funciones más importantes de forma detallada
Para que la cimentación de una construcción sea correcta y no provoque daños estructurales. El murete se levanta para conseguir una correcta alineación y evitar desplazamientos.
Se trata de dos piezas paralelas a la construcción que se fabrican con hormigón armado. Su inserción en el terreno permite delimitar el área de trabajo y, sobre todo, servir de guía a los operarios que están trabajando. Es importante reseñar que, si los muretes no están construidos correctamente, es posible que la obra sea menos segura, que la plataforma de trabajo empleada pierda estabilidad y que el proceso de hormigonado sea menos eficaz.
De forma más sucinta, se comentan las funciones específicas de este tipo de construcciones en los siguientes apartados.
Especialmente, en la superficie del terreno en la que se emplean la cuchara o la hidrofresa, dos de las más utilizadas.
Es habitual que cuando se abre una zanja aparezca lodo y que suba a la parte más cercana a la superficie. De no tener un murete, el lodo provocaría desprendimientos que impedirían construir los cimientos.
Un murete no solo orienta la colocación de cada jaula de armadura, también ayuda a que quede sujeta y cuelgue durante el proceso de vaciado. El objetivo es evitar las deformaciones que suelen aparecer en la zona superior del terreno. El murete es el punto de apoyo ideal para las herramientas usadas para el hormigonado.
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